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jueves, 25 de junio de 2009

El Congo ¿Una historia sin fin?


La historia del Congo podría servir como un resumen de buena parte de la historia del África Subsahariana. El Congo cuenta con un territorio equiparable al de la Argentina, o al de Europa Occidental. Su historia moderna se inicia cuando la Conferencia de Berlín de 1885 lo entrega gratuitamente al rey Leopoldo II de Bélgica como propiedad personal, para que este lo colonice. Se inicia entonces uno de los más crueles capítulos de la historia humana: se calcula que diez millones de congoleses murieron de enfermedad o por los trabajos brutales a los que fueron sometidos en las plantaciones de hule, elemento indispensable para la creciente fabricación de neumáticos. Cuando el escándalo cobra notoriedad internacional, en 1905, el parlamento belga cambia el estatuto de esta colonia, creando el Congo Belga. Los abusos prosiguieron, aunque su rudeza fue decreciendo paulatinamente.

En 1959, gracias al auspicio de las Naciones Unidas, se dan las primeras elecciones en el Congo, que son ganadas por el carismático líder Patrice Lumumba. La independencia se otorga en 1960. Poco tiempo después, las provincias de Katanga y Kasai del Sur se sublevan, con el apoyo belga. Esto provoca violentas revueltas en el Ejército congolés. Lumumba solicita ayuda a los EE.UU., quienes se la niegan, lo que lo lleva a solicitar la misma ayuda a la Unión Soviética, quien provee de apoyo aéreo y asesoramiento militar. En respuesta a esto, fuerzas belgas invaden el país, para proteger a los casi 100.000 ciudadanos blancos del Congo.

Apenas 67 días después de iniciado el gobierno, Lumumba es arrestado, para ser posteriormente ejecutado por las fuerzas de Mobutu Sese Seko, que inicia, con el respaldo de Occidente, una dictadura que durante 32 años. El Congo cambia su nombre por Zaire. El régimen de Mobutu, funcional a la lucha anticomunista en África, se convierte rápidamente en uno de los más corruptos y brutales del mundo.

La caída del bloque soviético debilita a Mobutu. El guerrillero rebelde Joseph Désiré Kabila aprovecha la situación para redoblar sus ataques. A esto, se suma la invasión de fuerzas hutu ruandesas, huyendo de la justicia de Rwanda, en 1994. Estas fuerzas comienzan a masacrar a la población tutsi, con la connivencia de Mobutu. La situación se torna insostenible, y Mobutu se exilia en Marruecos, en 1997. Kabila toma el poder, apoyado por una vasta coalición multiétnica, y por los gobiernos (y los ejércitos) de Uganda y Rwanda.

En 1998, Kabila ordena el retiro inmediato de las fuerzas extranjeras. Pero las fuerzas ruandesas, que habían comenzado a explotar para provecho propio las riquezas naturales congoleñas, especialmente, el coltrán. Esto lleva a la Segunda Guerra del Congo.

Aunque oficialmente concluyó en el 2003, las secuelas de la Segunda Guerra del Congo (llamada también Guerra Mundial Africana) se siguen sintiendo hoy. En las provincias de Kivu del Norte y del Sur los combates entre el Gobierno y las “Fuerzas Democráticas por la Liberación de Rwanda” (FDLR, hutus) no han cesado.

En términos generales, los combatientes pueden agruparse en cuatro grupos: fuerzas tutsis, que engloban a los ejércitos de Rwanda y Burundi, y la fuerzas rebeldes congolesas del RDC, compuestas por tutsis financiados por Rwanda (banyamulengues), más el CNDP, liderado por Laurent Nkunda; fuerzas hutus, incluyendo a los genocidas de Rwanda de 1994, hutus locales, rebeldes de Malawi y otros grupos. Eran (son) liderados por las Fuerzas Democráticas por la Liberación de Rwanda (FDLR). Estos grupos actuaban desde Kivu hasta la capital, Kinhasa, y sus objetivos eran la limpieza étnica de la otra tribu, la desestabilización del Estado congolés y, primariamente, la explotación de recursos naturales.

Los tutsis buscaban contrarrestar la influencia ugandesa, y los hutus, derrocar a los gobiernos de Rwanda y Burundi. Por otra parte, estaba el ejécito de Uganda, que controlaba el noroeste del Congo, buscando desestabilizar al estado congolés y explotar los recursos.Por último, estaba el débil estado congolés, aliado con Zimbabwe, Chad, Angola, Sudán y Namibia. En general, Kabila actuaba aliado con las fuerzas hutus.

La guerra se desarrolló primariamente por medio de grupos mercenarios, irregulares, indisciplinados y altamente violentos. Esto contribuyó a que las limpiezas étnicas fueran altamente frecuentes, y a que las fronteras entre los grupos se volvieran difusas.

El componente étnico de la guerra rápidamente se debilita, para convertirse en una excusa, que encubría la explotación de las riquezas naturales del Congo, que incluyen diamantes, uranio y coltán.

En julio de 1999 fue firmado el Acuerdo de Lusaka por seis de los países involucrados en la guerra (la República Democrática del Congo, Ruanda, Uganda, Angola, Namibia y Zimbabwe). Los términos del acuerdo eran que todas las fuerzas beligerantes, bajo una Comisión Militar Conjunta, cooperarían en identificar, desarmar y documentar a todos los grupos armados que operaran en el Congo, especialmente aquellas relacionadas con el genocidio ruandés de 1994. Pese a los términos, poco o ningún esfuerzo se realizó por desarmar a los intervinientes. En Noviembre, el consejo de Seguridad de la ONU despliega la MONUC, la fuerza de paz más grande desplegada por el organismo.

En enero del 2001, Kabila es asesinado en su palacio. Es sucedido por su hijo Joseph. Un comité de Naciones Unidas reclama sanciones para Rwanda, Zimbabwe y Uganda por la explotación ilegal de recursos naturales. Pese a eso, Rwanda sigue recibiendo mucha más ayuda internacional que la RDC.

A partir del 2002, el gobierno de Kabila consigue controlar progresivamente el este del país. En diciembre del mismo año, los distintos grupos rebeldes congoleses firman un acuerdo de paz en Pretoria, comprometiéndose a instaurar un sistema democrático en el país, lo que puso fin formal a la guerra.

Es entonces que se forma un gobierno de transición, encabezado por Kabila (encargado de cumplir el tratado), que llamaba al desarme, al fin de la lucha armada, a la unificación nacional y a las elecciones democráticas de las autoridades. El cumplimiento de este tratado se vuelve dificultoso, por el rechazo de varios grupos a un gobierno centralizado, que significaría resignar los fabulosos ingresos de la explotación de diamantes y coltán. Por otro lado, el recuerdo de la cleptocracia de Mobutu sigue fresco en la población. Las elecciones del 2006 convierten a Kabila en el primer líder democrático del país desde Lumumba.

Se estima que unas 6.000.000 de personas han muerto a causa del conflicto desde 1994. Al día de hoy, sigue habiendo más de un millón y medio de refugiados (según Amnesty), y las violaciones masivas a mujeres, por parte de todos los grupos, fueron y siguen siendo sistemáticas. En el 2004, Transparency Internacional calculaba los casos en 40.000.

El proceso de paz ha sido dificultoso. Si bien buena parte de los grupos guerrilleros se han rendido (en teoría), el Estado es todavía muy débil para controlar el inmenso territorio. Es más, pasaron dos años antes de que controlara la totalidad de Kinhasa. Los enfrentamientos violentos con los seguidores de Jean Pierre Bemba en Kinhasa causaron 600 muertos el año pasado. En su informe del 2008, Amnesty acusa al gobierno de no cumplir su promesa de ayudar a los ex-combatientes a reintegrarse en la vida civil.

El desafío más importante que enfrenta el gobierno de Kabila se encuentra en las provincias del Kivu. Allí siguen activas las fuerzas de Laurent Nkunda, el CNDP, y las FDLR (humus). Esta guerrilla tutsi fue tradicionalmente financiada por el gobierno rwandés, que desviaba, para ese efecto, ayuda humanitaria de la Unión Europea. En un sorprendente giro en su política exterior, (y presionados, en parte, por la suspensión de la ayuda humanitaria por parte de los Países Bajos y Suecia) Rwanda y el estado congolés se aliaron para capturar a Nkunda, en enero de este año. Nkunda fue arrestado por fuerzas rwadesas, pero se espera que sea deportado al Congo, eventualmente.

Con el fin de desarrollar la devastada economía en su país, Kabila firmó recientemente un tratado de 9.000 millones de dólares con China, luego de tratar, infructuosamente, de conseguir préstamos similares por parte de los Estados Unidos o el FMI. El Estado congoleño está urgido de controlar lo antes posible su territorio. Las instituciones están corrompidas y devastadas, además de deslegitimadas. Debido a la falta de recursos, instituciones en teoría públicas (escuelas, hospitales) cobran cuotas para subsistir. El ejército, según Amnesty, muestra habitualmente “poco o nulo respeto por la legislación congoleña y el derecho internacional. Estos cuerpos fueron responsables de la mayoría de las violaciones de derechos humanos de las que se tuvo noticia. Aumentó el número de abusos atribuidos a la policía. La falta de disciplina y de una cadena de mando clara en estas fuerzas, junto con la impunidad generalizada de la que gozaban, seguían siendo grandes obstáculos a la hora de mejorar el disfrute de los derechos humanos” El programa de Reforma del Sector de la Seguridad, que tenía por objeto integrar antiguas fuerzas y grupos armados en las fuerzas de seguridad unificadas del Estado, se había cumplido sólo en parte. La inobservancia, por parte del gobierno y de Laurent Nkunda, del marco jurídico nacional para la integración en el ejército contribuyó a la violencia en Kivu Septentrional. La protección de la población civil en el este del país seguía dependiendo, casi por completo, de las fuerzas de la MONUC, que estaban al límite de sus posibilidades”.

Hasta que el estado congoleño tenga la capacidad operativa necesaria para hacer valer la justicia, aunque sea de manera mínima, en su territorio, estas violaciones van a seguir ocurriendo. Para eso es necesario que cuente con recursos, o sea, que tome control de las vastísimas reservas minerales.


Por: Francisco Navarro

Fuente:
http://stealthconflicts.wordpress.com/2009/02/21/death-toll-comparisons/)

Más información en:
http://stopthewarinnorthkivu.wordpress.com/
http://www.congoweek.org/english/index.php?ption=com_content&view=article&id=122:how-we-fuel-africas-bloodiest-war&catid=34:news-today