
El continente africano es actualmente el segundo más grande en población y el tercero en extensión territorial. Integrado por 53 países, la gran mayoría integrantes de la Unión Africana (excepto Marruecos), África continua hasta el día de hoy siendo un territorio colmado de recursos, potencialidad y promesas pero contaminado con guerras civiles, sub-desarrollo humano y económico, y continuas violaciones hacia los derechos humanos.
Desde el colonialismo, los estados africanos se han visto frecuentemente asediados por la inestabilidad, corrupción, violencia y el autoritarismo. Si bien es cierto que la gran mayoría de las naciones africanas son repúblicas que operan bajo alguna forma de sistema presidencialista, son pocas las que han logrado mantener un gobierno democrático, y un gran numero de ellas ha sufrido violentos golpes de estado, produciendo dictaduras militares que proliferaron durante la década de 1970 y principios de la década de 1980. La mayoría de los dirigentes políticos africanos post-coloniales intentaron mantener su posición de poder mediante la exacerbación de los conflictos étnicos dentro de la población, generando como consecuencia la marginalización social, económica y política de miles de personas.
Durante la guerra fría, ambas superpotencias, siguiendo la conocida política de ‘zonas de influencia’, buscando expandir su dominio por el territorio africano. La influencia soviética tuvo dos consecuencias principales. Por un lado el superabastecimiento de material militar (por ejemplo, las celebres AK-47), que son hoy en día la materia prima en las guerras civiles africanas, y por otro, la instauración de regímenes soviéticos que funcionaban a partir a la represión, produciendo conocidas atrocidades. La influencia occidental no fue positiva tampoco, ya que fue la responsable de financiar un gran número de movimientos de insurgencia para combatir la expansión soviética, aportando al incremento de la violencia.
Hoy en día, podemos analizar la situación del continente africano en dos ejes principales, el político, el eje socio-económico.
En cuanto al aspecto político, como indicamos previamente, la gran mayoría de los países africanos pertenecen a la Unión Africana (U.A.), con excepción de Marruecos. La Unión Africana fue creada en mayo de 1963, y consta de un cuerpo político y un cuerpo administrativo. Su órgano de mayor jerarquía es la Asamblea, conformada por los líderes de Estados pertenecientes a la UA, y tiene como objetivos declarados realizar una mayor unidad y solidaridad entre los países africanos, defender la soberanía, promover los principios y las instituciones democráticas y promover el desarrollo sostenible en lo económico y lo social. Asimismo, políticas de estado fallidas, corrupción gubernamental y cambios climáticos (particularmente sequías) han contribuido a crear una situación crítica en cuanto a los sistemas de distribución de alimentos y agua potable, haciendo que el continente africano, alguna vez la fuente del 90% del oro en el mundo, se transforme en el continente mas pobre de la tierra.
En cuanto al aspecto económico, a pesar de sus abundantes recursos económicos, África permanece como el continente de mayor subdesarrollo (los últimos veinte lugares en la lista de países según desarrollo humano son africanos), como consecuencia no solo de las graves faltas en el aspecto político sino también por la incidencia que tienen las enfermedades tropicales y el SIDA (África posee el 60% de la población mundial infectada) que han logrado diezmar la capacidad de trabajo de la población. Al mismo tiempo, el régimen de comercio internacional y sus prácticas ha permitido que las riquezas africanas sean aprovechadas principalmente por países no-africanos.
En conclusión, África es hoy en día una enorme región ‘en expectativa’. Con contadas excepciones, el continente africano se ve enfrentado a una serie de obstáculos monumentales que le impiden realizar sus increíbles potencialidades. Poner fin a los conflictos armados, superar las diferencias étnicas, promover el desarrollo humano, aprovechar la fuerza de trabajo de la población y eliminar la corrupción gubernamental son las cuestiones más urgentes.
Por: Sebastián Perdomo