
África parece encontrarse hoy en la misma situación de siempre, y se escuchan las mismas palabras: crisis económica, corrupción política, violencia étnica, genocidio, etc. Hoy en día, los conflictos de este maravilloso pero violento territorio continúan demostrando la incapacidad de las naciones africanas y de sus respectivos pueblos de poder conciliar sus diferencias y trabajar juntas para un futuro mejor.
Actualmente, África es sede de docenas de conflictos, pero los principales que han capturado la atención internacional son dos: El conflicto electoral en Zimbabwe y la guerra civil en Darfur (Sudán). Analizaremos brevemente cada uno.
Zimbabwe se encuentra gobernada desde 1980 por el militar y político Robert Gabriel Mugabe, con el cargo de presidente ejecutivo. La gestión de Mugabe ha sufrido dramáticos cambios desde su ascenso al cargo, como también la situación general en Zimbabwe. Si bien en sus primero años Mugabe impulso una serie de medidas que lograron colocar a su país entre una de las principales economías de África, reduciendo marcadamente el analfabetismo y promoviendo la agricultura, para principios de la década de 1990 la situación empezó a deteriorarse, debido tanto a malas políticas de gobierno como a conflictos internacionales. Para resumir, hoy en día Zimbabwe es uno de los países más pobres del África Sub-sahariana. Con una desocupación del 80% y una inflación del 10.000% anual, serios conflictos sociales y una corrupción política flagrante hacen del futuro de Zimbabwe algo incierto pero poco promisorio.
El 29 de marzo del 2008 se llevaron a cabo las elecciones para presidenciales y parlamentarias en Zimbabwe, pero el resultado fue inesperado. Por primera vez en 28 años, los resultados de los comicios parecían sugerir que Mugabe perdía tanto la mayoría en el parlamento como la presidencia. Asimismo, tensiones surgieron dentro del pueblo zimbabwense debido a la excesiva lentitud con la que se realizaba el escrutinio electoral, cuyos resultados totales todavía no se dieron a conocer pese a haberse vencido el plazo constitucional para su difusión. El 5 de abril se conocieron los resultados de las elecciones parlamentarias, estableciendo un empate entre el oficialismo y la oposición, con 30 diputados por bando. Pero el control del Senado, que está facultado para bloquear legislaciones de la cámara baja, dependerá de quien gane las elecciones presidenciales, pero estos resultados todavía no se han dado a conocer, a 17 días de los comicios. La comisión electoral encargada del escrutinio dijo que revelara los resultados ‘cuando estén listos’. Mientras tanto, la tensión crece, y la oposición ha acusado a Mugabe de desplazar milicias e impulsar una ‘ola de violencia’ ante la posibilidad de perder la presidencia. ‘Las circunstancias han cambiado, el ZANU-PF (partido oficialista) ha amenazado, la violencia es la nueva arma con el que buscan revertir la voluntad del pueblo’ declara Morgan Tsvangirai, líder del partido opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC por su sigla en ingles) y candidato a presidente. Hoy en día, los resultados todavía no se dan a conocer, y la tensión aumenta. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con atención estos sucesos, y el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, ha reclamado repetidas veces que el pueblo mantenga la calma y que los escrutinios se concluyan de forma transparente. Al mismo tiempo, esta situación es uno de los temas que se abordarán hoy 16 de abril en la cumbre del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la paz y seguridad en África.
En segundo lugar, tenemos la guerra civil en Sudán. El actual conflicto se inició cuando concluía la Segunda Guerra Civil Sudanesa (1983-2005), que enfrentó al norte musulmán del país con el sur, mayoritariamente cristiano y animista. Esta guerra agudizó las tensiones entre la población negra y la de origen árabe en Darfur, a pesar de que ambas son mayoritariamente musulmanas. Excepto en el norte, donde predomina la población nómada de origen árabe, en la región de Darfur conviven etnias negras africanas con población de origen árabe. La etnia africana más importante en Darfur son los Fur, de los que toma su nombre el territorio, pero hay varias etnias más, entre las que destacan los Zaghawa y los Masalit. Estas tribus negras comparten el territorio con varios grupos étnicos minoritarios de origen árabe, llegados a la zona posteriormente, conocidos como Baggara.
Después de 1989, la llegada al poder en Sudán de un régimen militar de signo islamista alentó las esperanzas de las tribus árabes, y durante los años 90 tuvieron lugar varias guerras de dimensiones locales. A comienzos del siglo XXI, se agudizaron aún más las tensiones interétnicas entre las poblaciones negra y árabe. Entre los primeros se extendió el sentimiento de que eran relegados por el gobierno. A comienzos de 2003, dos grupos negros rebeldes, el Movimiento Justicia e Igualdad (MJI), y el Movimiento de Liberación de Sudán (MLS), acusaron al gobierno sudanés de oprimir a la población negra en favor de los árabes. En general se afirma que el comienzo de la rebelión debe datarse alrededor del 21 de julio de 2001, cuando un grupo de Zaghawa y Fur (etnias negras) se reunieron en Abu Gamra, y juraron por el Corán trabajar juntos para defenderse de los ataques gubernamentales a sus aldeas. Asimismo, la primera acción militar por parte de los rebeldes se produjo el 26 de febrero del 2003 en contra de una comisaría policial en Golo, el principal centro militar en el distrito Jebel Marra. A partir de este momento, se desató un conflicto armado que para mediados de julio del mismo año resultaba en una derrota total del ejército regular del gobierno sudanés luego de una serie de enfrentamientos contra las fuerzas rebeldes.
Ante esto, el gobierno sudanés debió cambiar su estrategia. Dado que el ejército había sido claramente derrotado, se decidió basar el esfuerzo bélico en tres elementos: la inteligencia militar, la fuerza aérea y los Yanyauid, que son básicamente ganaderos Baggara armados por el gobierno. Los Yanyauid se convirtieron en el centro de la nueva estrategia gubernamental de contrainsurgencia y fueron organizados como una fuerza paramilitar, con equipamiento de comunicaciones y algo de artillería. Como resultado, en la primavera de 2004 varios miles de personas (la mayoría de etnias no árabes) habían sido asesinados, y cerca de un millón desplazados de sus hogares, lo que provocó una importante crisis humanitaria en la región. La crisis alcanzó una dimensión internacional cuando unos 100.000 refugiados se adentraron en el país vecino Chad, perseguidos por milicianos Yanyauid, que se enfrentaron con las tropas del gobierno de Chad en la frontera. Más de 70 milicianos y 10 soldados chadianos murieron en un enfrentamiento con artillería en abril.
Los intentos de poner fin a este conflicto fueron varios. El 5 de mayo de 2006, el gobierno de Sudán firmó en Abuya, Nigeria, un acuerdo de paz con el MLS. Asimismo, este acuerdo fue rechazado tanto por el MJI como por una facción rival del mismo MLS, y a pesar del acuerdo, continuaron los combates en Darfur. El 31 de Julio de 2007, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó por unanimidad el envío de 19.555 soldados y 6.432 policías a la región (Resolución 1769). La fuerza multinacional, bautizada como UNAMID (United Nations- African Mission In Darfur), complementará a las tropas desplegadas por la Unión Africana. Asimismo, hoy 16 de abril, el secretario general de las naciones unidas Ban Ki-Moon declaró que el gobierno de Sudán, las milicias y las fuerzas rebeldes parecen empeñados en perseguir una solución militar. Diariamente se producen violaciones del alto al fuego y la violencia en el oeste de Darfur ha obstaculizado la entrega de ayuda humanitaria a la población civil que la necesita con urgencia.Al mismo tiempo, la creciente acumulación de fuerzas en la frontera entre Chad y Sudán entre enero y marzo de este año es un preocupante indicio de que continuará la violencia y la inestabilidad en la región.
El Servicio de Noticias de Naciones Unidas asegura que hasta la fecha, unas 400.000 personas han muerto y unos 2.000.000 han debido abandonar sus hogares.
Por: Sebastián Perdomo